Hallan una forma de doblar los diamantes
Además de por su belleza, los diamantes son apreciados en multitud de aplicaciones industriales por su gran dureza y resistencia. Sin embargo, cualquier intento de deformarlos suele terminar con este valioso material hecho trizas debido a su fragilidad.
Ahora, investigadores de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong (China) han logrado por fin que el duro diamante «ceda» un poco, aunque para ello han tenido que descender al nanomundo. En el estudio, que publica esta semana la revista «Science», también han participado científicos de Corea, Singapur y EE.UU..
Estas nanoagujas de diamante pueden soportar deformaciones de hasta el 9 por ciento, lo que se acerca al límite teórico de la flexibilidad de este preciado material.
El equipo fabricó finas películas de diamante artificial, del que luego extrajeron diminutas agujas de tan solo 300 nanómetros de longitud. Cuando estas nanoagujas de diamante se presionaban con una punta, pudieron medir su flexibilidad.
«Este trabajo demuestra que el diamante puede alcanzar los mismos valores de resistencia mecánica que otras formas alotrópicas de carbono, como el grafeno o los nanotubos de carbono», comenta a Sinc el investigador Javier Llorca del Instituto IMDEA Materiales, quien también valora en otro artículo de «Science» el estudio de sus colegas.
«Para alcanzar esa resistencia hay que deformar la red cristalina hasta cerca del 10 por ciento –añade–. Cuando la red se deforma tanto, se altera la estructura electrónica y puede haber cambios importantes en las propiedades (catalíticas, electrónicas, etc.) de los materiales, algo que solo se había conseguido en nanoobjetos como los nanotubos de carbono o las láminas de grafeno».
Nanomateriales con nuevas propiedades
Llorca también destaca que la metodología para fabricar nanoagujas se puede llevar a cabo sobre superficies de cualquier material de forma masiva, lo que ayudará a explorar y aplicar las nuevas propiedades que se alcancen con esas grandes deformaciones de la red cristalina.
El descubrimiento de materiales con nuevas propiedades podría tener aplicación, en el futuro, en la fabricación de biosensores (detectores de biomoléculas), dispositivos de bioimagen y optomecánicos, así como en nanoestructuras de alta resistencia.